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Pedal y Rutas

ciclismo mountainbike merida venezuela

Alto del Santo Cristo

Páramo de Mérida - Venezuela

Texto y fotos: víctor Petricca

Son las ocho de la mañana y ya está listo el desayuno típico andino en la posada localizada en Misintá, punto de partida de esta nuestra aventura Merideña.

 

A unos once kilómetros de Mucuchies se encuentra la población de Gavidia,  una vez allí basta preguntar donde se toman las bestias hacia la laguna, pues es en ese mismo sitio es donde comienza la ruta. Los primeros kilómetros son duros pero la belleza del paisaje y el reto invitan por lo que se hacen muy llevaderos, al cabo de unos buenos 40 minutos de pedal, jadeo y caminata se abre un espectacular valle con una travesía de relativo fácil pedaleo que nos lleva a la base del último, pero no menos comprometido, ascenso al Alto de Santo Cristo, ubicado a 4.200 metros sobre el nivel del mar, como reza el aviso en la ventana del mismo nombre, desde allí y con un poco de suerte si toca un día despejado se puede ver una de las cinco Águilas Blancas, como también se conocen los picos de nieves perennes.

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Después del merecido descanso y las fotos para la bitácora, comienza el retorno, que no se limita a volver sobre el camino recorrido,  el vértigo de un rápido descenso acompañado de secciones de manejo técnico hacen del regreso una experiencia inédita  que culmina con las mismas morrenas, ahora divertidos toboganes de piedra, que unas cuatro horas atrás parecían imposibles de remontar.

 

De vuelta en nuestros vehículos, ahora más sabios por los enseñanzas del día y humildes ante tanta belleza, dejamos atrás el camino al Alto del Santo Cristo, trayendo con nosotros nuestros deshechos y habiendo procurado hacer el menor impacto en el ambiente, para que esta maravilla natural pueda seguir siendo disfrutada en el futuro.

Travesía al Salto El Mono

Delta Amacuro

Texto: Jean Porte /  Fotos: Jean Porte - Javier Barrios

Ubicado en la región extremo oeste del territorio Delta Amacuro, se encuentra el Salto El Mono que lleva sus aguas hasta el Río Casacoima. Es un paraje visitado muchas veces por vehículos 4X4 y también  por personas que les gusta el trekking, pero a nosotros nos gusta más en bicicleta, ya que es más fácil pasar  la bici por encima de arboles caídos, grietas profundas, lodos pegajosos, sin perder  tiempo como los vehículos y sin ir tan lento como a pie.

 

Este camino fue construido hace unos 27 años por un proyecto de la CVG que luego fue abandonado y en la actualidad sólo es transitado por aventureros. El Salto El Mono se encuentra ubicado en la Reserva Forestal Sierra Imataca, donde habitan innumerables especies animales incluyendo el famoso jaguar, especie en peligro de extinción.

 

 

 

Este camino en bicicleta toma de 4 a 9 horas dependiendo de la condición física de cada ciclista, es un camino precario y muy técnico en el que se necesita de un poco de trabajo de fondo, lo que lo hace ideal para un ciclista de montaña, debido a los surcos que se hacen con la erosión del agua y de las ruedas de los vehículos 4x4 en las bajadas y subidas, y en los cruces de caños y árboles caídos.

La excursión empieza en vehículo, cruzando las ciudades de Puerto Ordaz y San Félix del estado Bolívar, tomando hacia la autopista de Upata, luego de recorrer apenas unos kilómetros, aún en San Félix, justo al pasar un grupo de hoteles, cruzamos en el siguiente semáforo a la izquierda, vía hacia el poblado de El Rosario. Todo este trayecto desde el semáforo hasta la entrada del verdadero camino que conduce hacia el Salto El Mono  suman unos  19 km
.

 

 

 

Empieza la travesía de 36 Km en bici.
La entrada del  camino la tomamos muy temprano, 6:00 a.m., los primeros dos kilómetros son llanos pero más adelante comienza la carretera a subir y tomar la serranía hasta que entramos a la espesa selva que transcurre por casi todo el camino, la cual también es muy húmeda. En el km 18 se encuentra el primer riachuelo donde  podemos abastecernos  de agua, si es necesario. Seguidamente despues de muchas subidas y bajadas técnicas, nos encontramos con varios caños que no son difíciles de cruzar si vas en bici, pues solo la levantas y ya!; es precisamente en estos caños donde los que viajan en vehículos 4x4 pierden tiempo.

 

Transcurridas las 2:00 p.m. ya habíamos llegado a nuestro destino, dispusimos de la preparación del campamento a orilla del río, en el inmenso claro que deja la selva donde nos deja ver la roca sólida que lleva a sus espaldas las aguas del Salto El Mono. Luego de almorzar y descansar un poco, nos preparamos para realizar la caminata colina abajo para llegar a la base del salto. Este salto tiene un desnivel de unos 160 metros y está divididos en 3 saltos de los cuales el primero y segundo son los más turísticos, y el tercero de unos 70 metros  de caída, es el más difícil de llegar a la base debido a lo complicado del
terreno y el tiempo necesario para realizar el recorrido.

Al caer la noche encendimos las lámparas y linternas que llevábamos  y empezamos a escuchar los sonidos de la naturaleza y observar las estrellas con total nitidez, no paso mucho tiempo para que nos quedáramos dormidos.

 

Al día siguiente luego de haber tomado un buen desayuno y café, levantamos el campamento y regresamos a eso de las  9 a.m.

El regreso es más fácil debido a que no llevas el peso de la comida y el recorrido en su mayoría es en descenso, nos tomó alrededor de 5 horas  y llegamos directo a tomarnos unos refrescos bien fríos en la bodega del Sr. Ernesto, que de paso nos contó que tiene un proyecto para montar una posada turística para aquellos que quieran descansar antes o después de la aventura hacia el Salto El Mono en la Sierra Imataca. Un poco cansados, pero satisfechos de este hermoso paraje, recomendamos este sitio para todos aquellos que quieran ir a visitarlo, ya sea caminando o en bicicleta y puedan disfrutar de este lugar escondido en la selva.

Travesía Yurubí - El Diamante Verde

Yaracuy / Marzo 2014

Texto y fotos: Sherandoe Montilla

La Neblina más Blanca

Una montaña que se impone entre dos valles en el estado Yaracuy, rica en recursos naturales, cuna de la tribu Jirajara, posada al norte de San Felipe como gigante gentil que provee de agua y clima fresco a gran parte de sus poblados, en cuya envergadura imponente habitan frágiles ecosistemas que hoy se ven asediados en su periferia por la tala , la casería y el crecimiento descontrolado de pequeños poblados empobrecidos que luchan ante la asfixia voraz de un país sumido en la demagogia y la falta de planificación, que monta sobre sus espaldas el peso de sobrevivir sin oportunidades y que intuitivamente responden dentro de su ignorancia echando mano de aquello que están muy lejos de valorar y que cada día sufre y baja su cabeza ante la inconsciencia de su error, a la que solo le queda esperar silente bañando de  pulcro blanco cada mañana los techos de los hoy la arruinan y vejan.

La terquedad da sus frutosLuego de varios meses sin saborear la aventura y tras un intento frustrado por trabas logísticas, al fin pudimos poner nuestras ruedas en aquella espectacular montaña, a pesar  de que casi estuvimos a punto de aplazarla por segunda vez y esta por circunstancias de último minuto.No sé si gracias a que algunas veces la terquedad se impone ó el arte de la persuasión cada vez está mejor lograda ya que por a alguna de las dos, pudimos a escasas horas del tope logístico activar el plan de ir y cruzar esa increíble montaña, haciendo literalmente volar a todos los del equipo que en ese momento daban por cancelado por segunda vez el intento  de explorar aquel lugar.

 

Con el tiempo extremadamente ajustado y los peroles encima junto a las bicis, salimos a Yaracuy. Era viernes 7 de febrero, la vías estaban increíblemente libres y el desplazamiento fue ligero, no había mucha información de lo que sucedía pero se rumoraba que en Táchira comenzaban disturbios al igual que en otras partes.

 

Esa noche, en la que los cauchos humeaban en otros estados, llegamos como a las 11:30pm a ocupar la posada en busca del merecido descanso para que al siguiente día a primera hora nos enrumbáramos al pueblo de La Vaca ubicado justo a pie de cerro del parque nacional Yurubí.

Día 1:

Nos levantamos a las 7am todos,  ya que asi lo acordamos la noche anterior, fuimos a una arepera cercana y desayunamos mientras arreglábamos al mundo con unas maltas bien frías, arepas y empanadas. Ya todos bien resueltos, cargamos agua en la vía y continuamos hacia la entrada del camino. El rio Aroa nos acompañaba a un lado de la carretera, separándose de nosotros al desviamos hacia un caserío llamado Los Ureros  al que dejamos  poco después para llegar a La Vaca.

 

El desnivel máximo que marcamos tenía 1700 msnm y aparecían otros de 1400 y 1500 casi alineados. Sobre esa base partimos algo pasados de confianza, adentrándonos a las faldas de esa increíble montaña, el calor era terrible ya que este parque se encuentra en medio de dos valles y éste colinda con el estado Falcón tras el mar Caribe. Achicharrados iniciamos las primeras subidas, y había una especie de calor húmedo que sofocaba, obligándonos a hacer paradas intermedias a medida que subíamos. Así llegamos al caserío de El Diamante, cargamos agua por segunda vez y continuamos hasta el Tigre. En este lugar ya las cosas cambiaron porque se encontraba en unos 900 msnm y el calor pasó a ser un fresco montañoso. En adelante lo que nos aguardaba eran subidas infinitas.
 

 

Esta montaña es bastante húmeda, habíamos leído que es uno de los parques mejor preservado por lo intrincado de su selva y la escasez de caminos que permitan su exploración. Posee yacimientos de oro y diamante, además de una espectacular flora y fauna en muchos casos endémicas.  El camino transita por el lado oeste de la montaña y serpentea en muchos puntos solapado a territorio declarado como protegido en cuyos recodos abundan bucares de tamaño monumental, palmas gigantes y todo tipo de vegetación propia de una selva nublada. Estar envuelto en aquella maravilla, nos motivaba a continuar develando aquel paraíso verde.

 

Casi siempre que evaluamos y estudiamos el lugar antes de visitarlo, el factor frio figura entre aquellos aspectos a considerar, pero dicha estimación, fue superada nuevamente por el elemento más rebelde, haciendo que la noche fuese muy larga.

Día 2:
Amaneció y el lugar que antes estaba enterrado en nubes ahora lucia despejado por un breve tiempo, el concierto de aves era como para tomarse un rato y escucharlo en detalle, parecía que se daban turnos para cantar uno a la vez, sin mentirles, pudimos apreciar todo un repertorio de sonidos espectaculares de todo tipo.

 

Aprovechamos la mañana para fotografiar y contemplar. Los cuentos de nuestro anfitrión continuaron desde temprano con un café y pepitonas con tortillas dando paso a la despedida y la promesa de volver muy pronto a su casa.
 

Consientes de que aquel alto de 1700 msnm aguardaba por nosotros y que en esta parte de la montaña estábamos muy lejos de él y en sentido contrario, la via se planteaba compuesta de muchos altibajos, poco a poco  subimos al pueblo de Las Cumaraguas, ubicado más arriba desde el punto en que partimos a descender  y justo a un giro de 180° se encontraba la tan esperada “Y”, la cual indicaba el camino franco hacia Cocorote con sus alineados y prominentes altos de 1500 y 1700 msnm.  La conquista de este camino y sus desniveles tenía como objetivo llegar al último punto llamado La Capilla de Milla. Este sitio era el principio del final de las agotadoras subidas y el  que nos separaba del logro de los objetivos apenas por unos kilómetros de descenso hasta Cocorote.

 

Nos hidratamos en toda casita que veíamos y partimos a darle duro a esas paredes. Asi fuimos conquistando cada alto, pasamos cantidad de caseríos que se apoderaban y desplazaban la selva al ritmo que crecía su población. Nos enfrentamos a aquel fulano de 1700msnm y se dejo colar entre las ganas de llegar y la presión de la caída de la tarde.
 

Al fin llegamos a la famosa Capilla de Milla, lugar de encuentro turístico  regular para los que “visitaban”  aquellos espacios en años anteriores, pero que hoy en día está convertido en nido de malandros, valiéndose de él para reunirse y formar relajos entre motos y licor, al que el gobierno regional le construyó una especie de comedor al lado de la pequeña iglesia, con instalaciones que más parecen un terminal de pasajeros  que otra cosa, opacando y afeando lo que imagino que en distantes épocas conservaba la esencia de la montaña y su magia, muy parecido a la locura que le construyeron a los buhoneros en Pico el Águila (Mérida), rompiendo con la armonía y escencia de esos lugares, edificando y lanzando concreto por todos lados sin medir ni hacer estudios de impacto y urbanismo.

Celebramos nuestra llegada a ese punto, pero la verdad no encontre un ángulo atractivo como para tratar de buscarle algo bonito y artístico al sitio. Tomamos el descenso por una vía ancha hasta Las Tres Cruces y a ritmo llegamos a Cocorote felices de haber logrado aquella travesía que por más que intento frustrarnos las ganas de hacerla, finalmente la conquistabamos.

 

El grupo logístico nos aguardaba con una buena cena y ansias de escuchar todos los cuentos  que traíamos para compartir.

Para ver el video de esta aventura visitanos en: ecohatillomtb.blogspot.com

Segundo Reto Extremo Llanos del Sur

San Fernando de Apure / Agosto 2014

Texto y fotos: Douglas Perdomo

“Cuando despertamos a las 3:00 am

del día 6 de Agosto para alistarnos y afrontar el segundo Reto Extremo “Llanos del Sur”, en la ciudad de San Fernando de Apure (Edo. Apure) llovía como sabe llover en el llano venezolano“.

Cronología:

Salida:                                   San Fernando de Apure 4:27am km 0

Las Tabletas:                       5:07 am (cambio de rueda delantera por pinchazo)

San Juan de Payara:          6:04 am km 31

Paso de Bucaral:                 6:16 am km 36

La Bonanza:                         6:23 am km 40

Pte. Marisela Río Arauca: 6:26 am km 42

Monumento Marisela:      6:48 am km 52

La Y de Cunaviche:             6:58 am km 56

Médanos de Soledad:        7:30am Km 73

Observación:                        Carretera mojada hasta el km 70

Río Claro                                8:42am km 101

La Macanilla (Río Capanaparo): 9:25 Km 120

Puente Cinaruco:             11:53 am 175 km

Pto. Páez:                             2:00 pm 220 km

Alcabala Pozón de Babilla: 3:10 pm km 235

Puente Parhueña:                3:58pm km 262

Llegada Plaza Bolívar:         5:31pm km 302

Después de organizar todo, salimos a las 4:27 am. Llovía, ya no tanto como cuando despertamos, pero llovía. El equipo logístico y el ciclista partieron rumbo a Biruaca, en el cruce hacia San Juán de Payara ocurrió un pinchazo en la rueda delantera. El mecánico empezó a trabajar temprano. Posteriormente en la Alcabala de Las Tabletas fue necesario colocar nuevamente la rueda original.

 

El amanecer lo vimos cerca de San Juán de Payara, en ese punto ya no llovía pero la carretera continuó mojada casi 70 kms mas, la temperatura permitió que el recorrido se hiciera con bastante tranquilidad hasta La Macanilla (Río Capanaparo) donde hicimos nuestra primera parada programada (Km 120). Después de estar ahí diez minutos retomamos la ruta y comenzamos a afrontar los siguientes 100 kms, que son, a mi manera de ver las cosas, los más difíciles porque a esa hora cambia la temperatura y ya hay cierto desgaste.

 

Cuatro horas después, cerca de las dos de la tarde llegamos a Pto. Paez para cruzar en Río Orinoco (Km 220). La gente de la Armada Bolivariana tuvo la gentileza de cruzarnos en una de sus embarcaciones para perder el menor tiempo posible. En Pto. Nuevo (Edo. Bolívar) nos esperaba el segundo vehículo de apoyo, mientras nuestro primer vehículo cruzaba el Orinoco en la chalana. La segunda parada para comer se hizo justo después de cruzar el Orinoco.

El vehículo escolta principal reconectó con nosotros a la altura de la Alcabala de Pozón Babilla. Los últimos 65 kms se hicieron a un ritmo relativamente alto tomando en cuenta que ya habíamos recorrido más de 235 kms. Finalmente a las 5:31 minutos arribamos a la Plaza Bolívar de la ciudad de Pto. Ayacucho tras 302 kms recorridos en 13 horas 4 minutos 0 segundos,  a una velocidad promedio de 23,12 kms/h.
 

De Caracas a Mérida en bicicleta
Más de 700 Km A Pedal

Texto y fotos: Marco A. Díaz

En un lapso no mayor a seis días, Alexander Parada (Alex), Denis Tovar, conocido como El Moovies Francisco Gómez (Fran) y Marco Díaz, alias Scutarohdd, realizaron la travesía de más de 700 km, dejando atrás la urbe capitalina en una incursión al sofocante asfalto de las carreteras nacionales, con destino a la bucólica paz de los senderos poco transitados del páramo andino, con sus pendientes inclinadas y el frío electrizante que desciende de la montaña.

 

La travesía inició en la Plaza del Indio, en la parroquia Caricuao, punto de encuentro de los ciclistas, algunos residentes de la zona. A primera hora de la mañana se repasaba la ruta, activando los GPS y verificando las posibles paradas del camino para reponer hidratación, alimento y refrigerios. Arribar a alguna población del estado Carabobo era la meta del día, con más de 150 kilómetros por delante, pero con mucha pasión por el pedaleo, el objetivo trazado pudo alcanzarse. En horas de la noche, y luego de cruzar la carretera vieja de Los Teques, El Tambor, las poblaciones de Tejerías, San Mateo, La Victoria,  luego de cruzar la avenida Constitución de Maracay, en el estado Aragua, y Mariara, los ciclistas llegaron a San Joaquín, donde descansaron en los terrenos del señor Daniel Palmieri, habitante de la comunidad que voluntariamente ofreció alojamiento al grupo.

 

Clareando la mañana, con el lago de Valencia a un costado y las montañas del Parque Nacional San Esteban detrás, los cuatro ciclistas recogieron sus hamacas y demás enseres para prepararse al trayecto de la segunda etapa: la población de Nirgua en la entidad Yaracuyana.

Estas son experiencias de vida únicas que te vuelven mucho más humano, mucho más noble. Las travesías en bicicleta te enseñan a darle el valor y la importancia a lo que en realidad significa la palabra tierra, la palabra ambiente, la palabra gente. Yo dedico estos viajes a mi esposa y a hija, porque sin su apoyo no lo hubiese podido lograr. La intención de estas travesías es acondicionarnos para recorrer los países suramericanos en bici como forma de promoción de nuestras premisas ecológicas. “Vamos a recorrer el continente pedaleando…”

 

@Elmoovies1

En el marco del Día Internacional del Aire Limpio celebrado el pasado Jueves 21 de noviembre, del año 2013, fecha declarada así por la Organización Mundial de la Salud en 1977, cuatro pedalistas partieron de la ciudad de Caracas con destino al estado Mérida, en un recorrido de seis días en bicicleta con la finalidad de promover este vehículo como medio de transporte no contaminante, esto de cara a la conmemoración de la importante fecha del calendario ecológico oficial.

Con la premisa de evitar las paradas de larga duración, pensado en lo ligero que debían ser las comidas, calculando la hidratación y aprovechando al máximo las horas del día con menos exposición al sol, las ocho ruedas de los ciclópedos atravesaron el calor de Guacara, Naguanagua, Tocuyito, La Yaguara, la despiadada pendiente de Bejuma y sus lloviznas repentinas, y la humilde comunidad de Miranda, para llegar al punto propuesto con el anochecer en las espaldas y el agotamiento de dos días de ardua exigencia física. Allí, en el bello pueblito de Nirgüa, tierra del parapentismo y la adrenalina, cuna de campeones nacionales, los pedalistas se alojaron en la avenida n° 9, cruzando la calle 10, en el pequeño pero acogedor hotel San Antonio, donde Yarima Guillen y “Antonio, el entrenador de los ruteros” los recibieron y atendieron con mucha hospitalidad.

 

Mañana del sábado, la niebla en las calles angostas del pueblo, poco vista en las poblaciones de Yaracuy, dejaba claro porque es considerado uno de los lugares más hermosos de la entidad. Los ciclistas, alistados desde bien temprano, desayunados y con nuevas fuerzas, se preparaban para rodar hasta la ciudad de Barquisimeto, allí sería la próxima pernocta. Dejando atrás Chivacoa, el embalse de Cumaripa, Sabana de Parra y Yaritagua por lo extenso de la autopista Rafael Caldera, con los cauchos inmersos en el ardor de estas cálidas tierras, en poco más de seis horas, el equipo cruzaba las avenidas de la ciudad musical, contentos por ser la primera vez que visitaban dominios larenses. Domingo, cuarto día de pedaleo. El agotamiento producido por los embates del inclemente sol y las precipitaciones inconsistentes, comenzaba a notarse en los rostros de los atletas, ahora que se afrontaba el trayecto más exigente de la travesía, que ameritaba cruzar el calcinante Quibor, Yogore, las conocidas comunidades de El Tocuyo, y el ascenso a las poblaciones de Chabasquen en Portuguesa, para así alcanzar, arribada la noche, el fresco asentamiento de Guaríco, de donde se partiría al siguiente día para coronar el paramo trujillano. Preparados para asumir la noche con las alforjas equipadas, dulces de guayaba en los bolsillos de los maillots, baterías suficientes para las luces,  estaban listos para continuar el difícil ascenso que tomaría más de diez horas. Los cuatro ciclistas abandonaron así, la comodidad de Guaríco vestidos con licras y mangas largas para resistir la gélida brisa que los acompañaría por la troncal 7, en toda la serpenteante carretera Boconó-Guanaré, tranquila pero interminable hasta el tope de sus pendientes inclinadas y peligrosamente obscura en su descenso hasta la población de Boconó. A las ocho y once minutos de la noche, luego de pasar por Biscocuy, El Batatal, Laguna Negra, y Campo Elías, donde el letrero “Bienvenidos al estado Trujillo” daría el ánimo suficiente para continuar, los ciclistas se encontraban en las instalaciones del cuerpo de bomberos de Boconó, alcanzado el objetivo.

 

Preparados para asumir la noche con las alforjas equipadas, dulces de guayaba en los bolsillos de los maillots, baterías suficientes para las luces,  estaban listos para continuar el difícil ascenso que tomaría más de diez horas. Los cuatro ciclistas abandonaron así, la comodidad de Guaríco vestidos con licras y mangas largas para resistir la gélida brisa que los acompañaría por la troncal 7, en toda la serpenteante carretera Boconó-Guanaré, tranquila pero interminable hasta el tope de sus pendientes inclinadas y peligrosamente obscura en su descenso hasta la población de Boconó. A las ocho y once minutos de la noche, luego de pasar por Biscocuy, El Batatal, Laguna Negra, y Campo Elías, donde el letrero “Bienvenidos al estado Trujillo” daría el ánimo suficiente para continuar, los ciclistas se encontraban en las instalaciones del cuerpo de bomberos de Boconó, alcanzado el objetivo.

 

 La siguiente etapa consistía en coronar, a más de 1900 metros sobre el nivel del mar, la población de Niquitao, almorzar  allí  y continuar hasta el escondido pueblito de Las Mesitas, a 2300 metros de altura, entre relatos de espantos, la vía densamente nublada, derrumbes, plantíos desolados y 16 grados de temperatura. Avanzada la noche, la primera avanzada del equipo llegaba la posada más conocida de la zona, ubicada en la entrada de la comunidad.

 

El último día de travesía se venía sobre los ciclistas. Con la logística exacta, dinero, comida y repuestos para las bicis, no se podía perder esfuerzos. El equipo procedió a partir a la última ubicación de la travesía: El monumento al Collado del Cóndor, el punto de carretera más alto del país, con 4.118 m.s.n.m. Los cuatro biciclos recorrieron desde el municipio Santo Domingo, todo el páramo merideño para alcanzar el objetivo. Aproximadamente, 70kms hasta el esperado punto de retorno. El lugar de la fotografía más ansiada del viaje. Punto alcanzado a las 5:19 pm, con el helor vespertino.

 

 

PuroPedal© 2014

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